El mundo de la literatura universal, un aleph verdadero y sin comparación alguna, ni siquiera con la red, se encuentra lleno de legendarios casos y una multitud de increíbles historias, que a veces, no se sabe cuál es más impresionante, si la vida del autor o su obra.
¿Citar ejemplos? No terminaríamos hasta gastar toneladas y toneladas de tinta, sin embargo remitámonos a algunos modelos. Franz Kafka, quien llevó una vida reprimida y acosada por su padre, según la biografía de uno de sus amigos más íntimos, Max Bord o Brod, de las dos maneras viene escrito en muchos compendios dedicados al praguense.
La opresión y el acoso, hizo del judío Kafka uno de los más grandes íconos en la historia de las letras. Sus obras son intrínsecas y muy densas. “El castillo”, “El proceso”, “El médico rural”, “En la comunidad penitenciaria”…pero la más sobresaliente y estudiada es “La metamorfosis”.
Narra la historia de un hombre, Gregorio Samsa, que una mañana despierta, sobre su cama, convertido en una especie de insecto. En los momentos desesperantes, al extremo, que pasaba el mutante ortóptero, volaba, ya que descubría que tenía alas y la capacidad para efectuar tal acción.
En un excelente ensayo de Vladimir Nabokov, el ruso, este compara que Kafka elaboró una hermosa alegoría de lo que es el ser humano cuando se encuentra atrapado en un callejón sin salida: descubre que puede volar.
“No desesperes ni por el sólo hecho que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas: esto significa que vives…”, dijo el mismo praguense, como reforzando las palabras que años después plasmara en papel el autor de “Ada”.
Y es precisamente Nabokov otra leyenda. Nació en rusia, aprendió a hablar inglés a muy temprana edad, al igual que el francés, el italiano, el portugués y no se diga del latín y el griego, poseyendo una cultura clásica sin cortapisas.
Cuando huye de la entonces Unión Soviética, va a parar a Inglaterra, en donde como un gran intelectual, se desempeña como catedrático. Lo anterior le anima a cruzar el Océano Atlántico para llegar a América(la de los gringos).
Allí se ganó su excelente vida como maestro en Harvard. Y vaya maestro: enseñaba esgrima, ajedrez, era profesor de literatura inglesa y rusa, pero especialmente, destacó como escritor en un idioma que no era el de su origen.
Su máxima obra, novelística, dejando a un lado sus maravillosos ensayos acerca de la obra de Cervantes y las letras españolas, sus cuentos y poemas, es un dramático relato que se desplaza entre la introspección y la realidad externa: “Lolita”.
Vladimir narra la historia de un aristócrata europeo que siente una particular atracción por las mujeres adolescentes de doce y trece años de edad, a las que él denomina nínfulas. La novela fue llevada a la pantalla por el legendario cineasta Stalin Kubrich, causando un gran revuelo y una controversia que marcaron un margen en los años sesenta. Su prosa, en inglés, es perfecta.
¿Citar ejemplos? No terminaríamos hasta gastar toneladas y toneladas de tinta, sin embargo remitámonos a algunos modelos. Franz Kafka, quien llevó una vida reprimida y acosada por su padre, según la biografía de uno de sus amigos más íntimos, Max Bord o Brod, de las dos maneras viene escrito en muchos compendios dedicados al praguense.
La opresión y el acoso, hizo del judío Kafka uno de los más grandes íconos en la historia de las letras. Sus obras son intrínsecas y muy densas. “El castillo”, “El proceso”, “El médico rural”, “En la comunidad penitenciaria”…pero la más sobresaliente y estudiada es “La metamorfosis”.
Narra la historia de un hombre, Gregorio Samsa, que una mañana despierta, sobre su cama, convertido en una especie de insecto. En los momentos desesperantes, al extremo, que pasaba el mutante ortóptero, volaba, ya que descubría que tenía alas y la capacidad para efectuar tal acción.
En un excelente ensayo de Vladimir Nabokov, el ruso, este compara que Kafka elaboró una hermosa alegoría de lo que es el ser humano cuando se encuentra atrapado en un callejón sin salida: descubre que puede volar.
“No desesperes ni por el sólo hecho que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas: esto significa que vives…”, dijo el mismo praguense, como reforzando las palabras que años después plasmara en papel el autor de “Ada”.
Y es precisamente Nabokov otra leyenda. Nació en rusia, aprendió a hablar inglés a muy temprana edad, al igual que el francés, el italiano, el portugués y no se diga del latín y el griego, poseyendo una cultura clásica sin cortapisas.
Cuando huye de la entonces Unión Soviética, va a parar a Inglaterra, en donde como un gran intelectual, se desempeña como catedrático. Lo anterior le anima a cruzar el Océano Atlántico para llegar a América(la de los gringos).
Allí se ganó su excelente vida como maestro en Harvard. Y vaya maestro: enseñaba esgrima, ajedrez, era profesor de literatura inglesa y rusa, pero especialmente, destacó como escritor en un idioma que no era el de su origen.
Su máxima obra, novelística, dejando a un lado sus maravillosos ensayos acerca de la obra de Cervantes y las letras españolas, sus cuentos y poemas, es un dramático relato que se desplaza entre la introspección y la realidad externa: “Lolita”.
Vladimir narra la historia de un aristócrata europeo que siente una particular atracción por las mujeres adolescentes de doce y trece años de edad, a las que él denomina nínfulas. La novela fue llevada a la pantalla por el legendario cineasta Stalin Kubrich, causando un gran revuelo y una controversia que marcaron un margen en los años sesenta. Su prosa, en inglés, es perfecta.
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