El conocimiento en base al paradigma humanista y algunos retazos de otros.
Por
Gustavo Urquiza Valdez
Por
Gustavo Urquiza Valdez
De su columna “Paradigmas” de Parral Hoy, El Diario de Chihuahua.
El conocimiento, como todos los conceptos de Occidente, difiere mucho del que se tiene de él en el Oriente. Más sin embargo, el proyecto vital de las dos modalidades de este vocablo, aunque se diga en portugués, español, francés, cantonès, japonés, es el de fomentar un afán progresista y de supervivencia en el ser humano.
El proceso del conocimiento, se inicia desde el momento en el que el individuo tiene su primer contacto con la realidad que le rodea, su entorno y las sucesiones afectivas de sus allegados, como son los padres, los hermanos, amigos cercanos, entre otros.
Hace miles de años, el maestro Sócrates fue sorprendido por una noticia que jamás se esperó, menos siendo hijo de una partera: El Oráculo de Delfos, mediante la sacerdotisa a la que llamaban Pitonisa, le hizo saber a un sujeto, que Febo Apolo, consideraba a este paradigma de la historia universal, el hombre más sabio del mundo.
De la sorpresa pasó a la obsesión, humilde, de comprobar que tal Oráculo estaba diciendo viles mentiras. Entonces se dio a la tarea de poner en evidencia la ignorancia y el error en el que muchos pensadores contemporáneos a él poseían, con el único objetivo de encontrar algún día uno que le derrotara en la discusión.
Cayó Fedrón, cayó Prtágoras, cayó Critias, cayeron los que asistieron al célebre Banquete de los filósofos y cayeron sus detractores cuando para demostrar su valentía, tomó la mortífera cicuta siendo inocente de los delitos que le imputaban.
Pero, al fin comprendió lo que el Oráculo de Delfos había manifestado. Recordó que un día se puso a cavilar y exclamó “yo sólo sé que no sé nada...”. Entendió que entre más aprendía, más se daba cuenta que eran más las cosas que le faltaban por aprender. De hecho, la inscripción que cuentan estaba grabada en el dintel del Oráculo de Delfos recitaba “Conócete a ti mismo y conocerás el mundo”. Digamos que lo anterior es de las apariciones más primigenias de lo que ahora llamamos metaconciencia(que el ser humano se percate de que tiene conciencia propia, utilizando su propia conciencia).
Bajo un enfoque cotidiano, la representación del conocimiento se da mediante experiencias objetivas y subjetivas; intencional y desintencionalmente. Generalmente, en Verba Vulgata, a esto se le califica como la escuela de la vida, en donde no necesariamente debe estar implicado un proceso de investigación.
El enfoque que le otorga el ámbito científico, hace que su adquisición sea planeada y con el propósito serio de llegar a una meta o descubrimiento, en los que se implican otros valores y fenómenos del estudio como es el famoso Serendipity(concepto adoptado de un cuento perteneciente al folclore inglés), que significa descubrir elementos tan valiosos y a veces más que el mismo elemento que se pretendía lograr.
Los medios de apropiación del conocimiento son disímiles pero en algunos casos variantes, según el gobierno que impere, van de la mano, construyendo lo que el nunca bien ponderado maestro, Paolo Freire llamaba educación bancaria. Tales medios son la familia, la religión, la escuela y el estado, aunque se podría incluir a los decadentes y putrefactos programas televisivos que nos presentan los grandes monopolios, además de la información manipulada, la cual se aleja del sentido de la comunicación.
No se puede permanecer indiferentes ante el hecho de que aprendemos lo que la clase dominante quiere que aprendamos, de manera que esos conocimientos, entre comillas, se ajusten a su conveniencia. En época de Don Porfirio le decían al pobre que entre más sufriera en este mundo, tendrían un lugar privilegiado junto a Diosito, en la Gloria, en la que gozarían de dicha y felicidad. Lo que los orillaba a trabajar de sol a sol, con una ración mínima de comida y pagando ridículos impuestos que le devolvían al patrón lo que le habían pagado.
Surgieron los Flores Magón y demás intelectuales, que se encargaron de darle al pueblo el conocimiento de un concepto que se llama derecho humano, derecho a la igualdad, derecho a la libertad(de credo, de pensamiento, de todo), derecho a progresar y no ser subordinados ante nadie. Lo mismo sucedió con los franceses de la Ilustración, cuando aparecieron en escena Diderot, d´Alembert, Rousseau, Montesquiou.A qué queremos llegar: a que la escuela no tiene que avocarse simplemente a impartir una educación formal, sino imbuir a la familia y al alumno para formar un triunvirato perfecto que sea una artillería intelectual y de emancipación que confronten los vicios de la sociedad, que significa unión, pero que, en estos tiempos, no lo sabemos.
De esta célula unificada(magisterio, padres y alumno), se puede expandir una fórmula que cunda y termine por unificar a todas las instituciones, para que estas asuman su verdadero compromiso con esa sociedad y ayude al sujeto a superar sus limitaciones y obstáculos que a partir de la adquisición del conocimiento pueda salir.
La propuesta, que de alguna manera ha sido desmenuzada líneas atrás, es de que seamos coherentes en la totalidad de los sectores. El ámbito educativo se refuerza y gana, ética y materialmente; el sector salud se evitaría el avecinaje de males endémicos y epidemias, al tener un pueblo educado, al igual que un personal conciente; el sector empresarial trabajaría en armonía con sus trabajadores, convirtiéndose, al final, todos en ganadores.
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