jueves, 25 de septiembre de 2008

Acerca de la Educación en México. De la columna "Paradigmas" de Gustavo Urquiza Valdez.


Si el sistema educativo mexicano actual, verdaderamente se propusiera realizar un cambio versátil, tendría que dar un giro de trescientos sesenta grados. No es posible que se pretenda generar profesionistas y docentes de un esquema magisterial en decadencia.
La verdad es que al proceso llevado a efecto en las escuelas normales y las universidades pedagógicas, se le necesita imprimir el sello de la formación y atar eslabones congruentes de cursos y materias, sin que estas se disipen en discursos ambiguos e inútiles en las que las palabras que campean son proyecto y programa.
Realmente se emplea la palabra maestro de una manera errónea, ya que este representa no solo la función de un docente o lo que muchos llaman educador, sino que representa la figura de una persona que se preocupa por sus alumnos más allá de lo que es un aula escolar y que no necesariamente debe poseer un título profesional. Es más, los verdaderos maestros son aquellos que enseñan, asesoran, aconsejan sin la necesidad de un aguinaldo o retribución por sus servicios.
Al momento se nos viene a la mente la imagen de los saint seis orientales, a la orilla de un río, recitando proverbios a sus discípulos o indicándoles las cualidades de la naturaleza. Eso es precisamente lo que nuestra calidad de seres occidentales retrógradas y pragmáticos de rancias y equivocadas ideologías no nos ha permitido observar.
La formación de un individuo, sea hombre o sea mujer, constituye indubitablemente la contemplación, una sólida estructura filosófica que sea preponderante, lo que derivaría en el surgimiento de un verdadero ejército de motivadores socioculturales que les manifestarían e inculcarían a las nuevas generaciones el deseo de luchar y sacrificarse por su nación, entendiendo que el progreso de uno, realmente depende del progreso de todos.
Más sin embargo, una de las prioridades que se muestran, es el hecho de que no se puede enseñar a los jóvenes el ser parásitos cuando a trabajar en equipos se refiere. Esto es, que, al menos en el ámbito profesional, aún cuando se trate de escuelas normales, se respete la índole individual de la persona humana.
No es que se necesite primero el hacer comprender a los alumnos que el trabajar en equipo sea lo esencial, sino primero trinearlos, como vulgarmente se exclama, a trabajar solos, y de esta manera obligarlos a entender las carencias de las que pueden ser víctimas o que les pueden causar premuras al momento de no querer integrarse cuando se requiera.
De otra manera, cuando nada más se le da la alternativa al estudiante, de laborar en un grupo de determinado número de personas, se fomenta y se provoca el parasitismo, la apatía, el desorden, la manipulación y todas esas anomalías que desembocan en una inminente falla de los propósitos a alcanzar.
Es una tarea que no puede esperar, el inyectar a los jóvenes, sentido de honestidad, responsabilidad y respeto, la de no violentar sus derechos humanos sin ningún distingo. ¿Cómo se puede lograr ello? Siendo honestos, responsables y respetuosos los maestros, sin olvidar la célebre ecuanimidad.
Como dice la sentencia popular, el hábito no hace al monje. No porque tengan en las paredes de sus casas un título que diga “esto y lo otro”, piensen que ya van a poder discertar acerca de cualquier tema y gozando de fuero intelectual y moral.
Señores docentes, necesitamos algo más que un simple “júntense en equipo y lean tal lectura”, “hagan esto pero consultándose los unos a los otros”.
Si lo que desean es hacer ver la diversidad de opinión entre los seres humanos, eso se torna evidente al momento de confrontar las ideas y especulaciones o impresiones que cada quien tuvo de tal o cuál lectura.
No tengan miedo a obrar como se tiene que obrar. El pueblo les bendecirá y agradecerá por ello en un futuro. Denlo por hecho.
Eso es lo que hubieran querido Gabino Barreda, José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet o Ignacio Manuel Altamirano. ¿No lo creen?. Piénsenlo. A fin de cuentas, es el futuro de la Patria la que descansa entre sus manos.

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