“Cuando alguien es encadenado, la humanidad entera es
encadenada junto con él”. Albert Camus, excelente, porque lo digo yo,
novelista, y a nadie tengo por qué darle explicaciones. Eso sería ir en contra
de lo absurdo.
Cuando tenía la absurda edad de catorce años releí “El
extranjero” y absurdamente no le volví a entender. Mi Unitarismo me obligaba a
tomar consciencia de todos los sistemas espirituales y filosóficos .
Releí “La peste” y “La caída”. Oye Albert, ¿cómo es que
enfrentaste la vida tan absurda que t asegurabas sin la noción y la esperanza
de un Ser Supremo?
Es una pregunta que desde los diecisiete años de edad me
planteaba y hasta sentía cierta envidia ante una prueba palpable de fe en uno
mismo, tal como tú la tuviste.
Te negabas a que te llamaran existencialista, sin embargo
también yo nunca vi que hubiera nociones de un existencialismo en tu filosofía
del absurdo. Que eso, como tu bien lo asegurabas era el comienzo de una
consciencia libre: reconocer que vivimos en un Mundo irracional, en donde la
respuesta está en nuestro interior.
Lo dice la Biblia en Eclesiastés, lo dice el Corán y todos
los textos sagrados que he leído.
No estabas equivocado, aunque no seas de mis escritores
preferidos por tu manera de pensar. Me comprometo a releer una vez más tu obra,
este año y siempre fuiste uno de los más acudidos en las reuniones pueriles y
ABSURDAS a las que asistía como oyente en los círculos literarios y filosóficos
de Chihuahua.´
Se me hizo festejar tu cumpleaños número Cien, aunque los festejos
te parecieran, también, absurdos.