Padre Eterno, humillado clamo tu nombre, de profundis, para que me obsequies un destello de Tu Infinita Luz, y salir de esta selva oscura, en la que me encuentro perdido a la mitad del arco de mi vida. Mas hágase Tu Voluntad y no la mía. ¡Qué Así Sea¡.
por Gustavo Urquiza Valdez.
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