Por
Gustavo Urquiza Valdez, “El último Pickwickiano”
Hidalgo del Parral, Chihuahua se vistió de luto y tragedia cuando la noche del veintinueve de agosto y la madrugada del treinta de este mismo mes, las aguas embravecidas atacaron la ciudad dejando dolor y destrucción.
Las cosas están que arden en medio de la tormenta y la escena es desalentadora. Parral está arruinado y necesita la ayuda del estado, la República Mexicana y de paisanos que radiquen en otras partes del Mundo.
Las cosas sucedieron y siguen sucediendo de la siguiente manera: el mal sistema de urbanización provocó, según opinión de vecinos damnificados, que las aguas de los diferentes arroyos de las colonias afectadas reclamaran sus terrenos y todavía con intereses, pues no permitieron que los muertos del centenario cementerio “Dolores” siguieran su reposo en paz y los sacaron de sus tumbas.
Hay quienes dicen que más de la mitad del camposanto quedó en ruinas y que más de mil cadáveres flotan en las aguas, provocando un foco de infección peligrosa no sólo para el área afectada, sino para toda la población.
Los primeros en probar la furia de la corriente mortífera fueron los colonos de la colonia “Las Fuentes”, famosa por ser habitada por gente acomodada. El agua barrió con casas enteras. Dejando el terreno exactamente como antes de que fueran construídas.
Siguió la tradicional colonia “Del parque”, donde ahora se puede decir que se alojaban las familias de pujanza empresarial por tradición.
Las casas se esfumaron, en el sentido estricto de la palabra. Los autos lujosos que muchas personas poseían hasta por número de cinco o seis fueron empujados, volteados y totalmente destruidos.
Eso sucedió con los ricos. Pero a continuación ocupémonos de los pobres. La Colonia “Churubusco”: no quedó piedra sobre piedra, todos perdieron sus muebles. Lo mismo en la tradicional colonia “Talleres” en donde los llantos junto con las crisis nerviosas y la catatonia se ven y se oyen. Ellos no tienen Esperanza de recuperar su patrimonio. No son colonias de gente pudiente.
LA ALARMA
Se asegura que el famoso cerro de la “Antena” sufrirá derrumbes. Lo peor es que una Infonavit entera se encuentra construída a sus faldas, y aunque se piensa que ya no hay peligro después de un breve desalojo de personas que se hizo el dos de septiembre, otros saben que esa seguridad pende de un hilo, pues se puede apreciar que en uno de los costados de dicho cerro hay un boquete provocado por la violencia de la lluvia torrencial.
Los vecinos de “La ampliación Juárez ven con pavor el monstruo dormido del mundialmente famoso “Cerro de las Borregas”. Seguramente gran parte se derrumbará, dicen muchos.
MÁS ALARMA Y UN POCO DE MALINTENCIONADO ALARMISMO.
Parral se quedó sin agua potable, pues el ataque de las aguas embravecidas destruyó ciento cincuenta metros de tubería provenientes de la región del “Verano”. No hay agua para bañarse, no hay agua para lavarse o mantener la higiene.
Hay quienes pregonan en las calles que la cifra de víctimas ya es de trescientos, otros que los cuerpos recuperados están entre setenta y ochenta muertos. La cifra oficial no sobrepasa los cinco muertos.
DOS HISTORIAS TRISTES.
El Centro de Convenciones de Parral quedó literalmente destruído. Las personas que asistieron allí a una fiesta de quinceañera salvaron la Vida porque se subieron al techo de un lugar contiguo. No pasaron muchos segundos después de que la última persona subió cuando la corriente se vino de lleno.
Y fue precisamente de esa fiesta de donde salieron dos jovencitas y un joven de entre veinte y diecinueve años de edad, estudiantes de la Universidad Autónoma de Chihuahua, para irse a sus casas antes de que sucediera lo que iba a suceder en el mencionado “Centro de Convenciones”, que ya no existe más. Se subieron a su vehículo color rojo. Súbitamente, en el trayecto los atacó la corriente. Una de las muchachitas llamó, en medio del pánico, vía teléfono celular, a su padre para preguntarle qué debían hacer. “Abre el vidrio de la ventana y salte por ahí...” Ella lo logró. Los otros tripulantes murieron.
Hidalgo del Parral, Chihuahua se vistió de luto y tragedia cuando la noche del veintinueve de agosto y la madrugada del treinta de este mismo mes, las aguas embravecidas atacaron la ciudad dejando dolor y destrucción.
Las cosas están que arden en medio de la tormenta y la escena es desalentadora. Parral está arruinado y necesita la ayuda del estado, la República Mexicana y de paisanos que radiquen en otras partes del Mundo.
Las cosas sucedieron y siguen sucediendo de la siguiente manera: el mal sistema de urbanización provocó, según opinión de vecinos damnificados, que las aguas de los diferentes arroyos de las colonias afectadas reclamaran sus terrenos y todavía con intereses, pues no permitieron que los muertos del centenario cementerio “Dolores” siguieran su reposo en paz y los sacaron de sus tumbas.
Hay quienes dicen que más de la mitad del camposanto quedó en ruinas y que más de mil cadáveres flotan en las aguas, provocando un foco de infección peligrosa no sólo para el área afectada, sino para toda la población.
Los primeros en probar la furia de la corriente mortífera fueron los colonos de la colonia “Las Fuentes”, famosa por ser habitada por gente acomodada. El agua barrió con casas enteras. Dejando el terreno exactamente como antes de que fueran construídas.
Siguió la tradicional colonia “Del parque”, donde ahora se puede decir que se alojaban las familias de pujanza empresarial por tradición.
Las casas se esfumaron, en el sentido estricto de la palabra. Los autos lujosos que muchas personas poseían hasta por número de cinco o seis fueron empujados, volteados y totalmente destruidos.
Eso sucedió con los ricos. Pero a continuación ocupémonos de los pobres. La Colonia “Churubusco”: no quedó piedra sobre piedra, todos perdieron sus muebles. Lo mismo en la tradicional colonia “Talleres” en donde los llantos junto con las crisis nerviosas y la catatonia se ven y se oyen. Ellos no tienen Esperanza de recuperar su patrimonio. No son colonias de gente pudiente.
LA ALARMA
Se asegura que el famoso cerro de la “Antena” sufrirá derrumbes. Lo peor es que una Infonavit entera se encuentra construída a sus faldas, y aunque se piensa que ya no hay peligro después de un breve desalojo de personas que se hizo el dos de septiembre, otros saben que esa seguridad pende de un hilo, pues se puede apreciar que en uno de los costados de dicho cerro hay un boquete provocado por la violencia de la lluvia torrencial.
Los vecinos de “La ampliación Juárez ven con pavor el monstruo dormido del mundialmente famoso “Cerro de las Borregas”. Seguramente gran parte se derrumbará, dicen muchos.
MÁS ALARMA Y UN POCO DE MALINTENCIONADO ALARMISMO.
Parral se quedó sin agua potable, pues el ataque de las aguas embravecidas destruyó ciento cincuenta metros de tubería provenientes de la región del “Verano”. No hay agua para bañarse, no hay agua para lavarse o mantener la higiene.
Hay quienes pregonan en las calles que la cifra de víctimas ya es de trescientos, otros que los cuerpos recuperados están entre setenta y ochenta muertos. La cifra oficial no sobrepasa los cinco muertos.
DOS HISTORIAS TRISTES.
El Centro de Convenciones de Parral quedó literalmente destruído. Las personas que asistieron allí a una fiesta de quinceañera salvaron la Vida porque se subieron al techo de un lugar contiguo. No pasaron muchos segundos después de que la última persona subió cuando la corriente se vino de lleno.
Y fue precisamente de esa fiesta de donde salieron dos jovencitas y un joven de entre veinte y diecinueve años de edad, estudiantes de la Universidad Autónoma de Chihuahua, para irse a sus casas antes de que sucediera lo que iba a suceder en el mencionado “Centro de Convenciones”, que ya no existe más. Se subieron a su vehículo color rojo. Súbitamente, en el trayecto los atacó la corriente. Una de las muchachitas llamó, en medio del pánico, vía teléfono celular, a su padre para preguntarle qué debían hacer. “Abre el vidrio de la ventana y salte por ahí...” Ella lo logró. Los otros tripulantes murieron.
Septiembre de 2008.
Colaboraciòn hecha para la pàgina en Internet "Las cumbres del gato", editada por el periodista franorense Cèsar Mota.
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