Ralph Waldo Emerson
No solamente de los reptiles, sino de todos los animales, la tortuga tal vez sea uno de los más enigmáticos. Su estilo de vida nos confiere una enseñanza palpable en sus caparazones. Quizá sea por ello que los chinos consultaban los hexagramas que muchas traen confeccionadas en sus lomos.
El Centro de Documentación de nuestro querido Parral tiene lo que se puede denominar un Santuario para esta especie. Digámosle “El Tortuguero”.
Alguna vez dijo un sabio varón que la bondad y grandeza de un pueblo radica en la manera en que trata a sus animales. Entonces, esta parte del Mundo ya mantiene un punto a su favor.
Bajo la mirada de una escultura de tipo oriental que adorna el centro del patio central del otrora Palacio Municipal, se pasean tortugas de tierra y acuáticas.
La más veterana cuenta con aproximadamente ciento cincuenta años de antigüedad. Su dueño original, al parecer, fue un distinguido y querido parralense que luchó por la causa de los discapacitados: Don César Vargas.
Cuentan que en un viaje a la Zona del Silencio, capturó algunos especímenes y donó tres o cuatro a este lugar que alguna vez albergó los Poderes de la Nación.
En el Centro de Documentación se encuentran protegidos muchos archivos importantes correspondientes a la historia de la Nueva Vizcaya y la emblemática mina que durante tantos años dio un impulso económico a esta parte del Estado de Chihuahua. También la biblioteca Benjamín Franklin.
Las tortugas son un sinónimo y emblema de paciencia, perseverancia y discreción Cuando la tarde cae sobre Parral, sacan sus cabezas de su caparazón para despedir al día. Al mirar a estos animalitos uno se pregunta: ¿Por qué no adoptar esa filosofía de Vida?
Vivir el momento; caminar despacio pero con un objetivo; siempre mirar hacia delante y tener un caparazón mental para liberarnos de perturbaciones.